lunes, 15 de septiembre de 2014

Un año durmiendo en cama

Antes de volver a la rutina el verano pasado, hicimos el cambio en la habitación de Mario y le pasamos de cuna a cama. En aquel entonces tenía dos años y medio justo recién cumplidos, y decidimos hacer el cambio en ese momento por varios motivos:
  • Cada vez estaba más alto y se le veía un poco apretado en la cuna.
  • Cada vez estaba más bruto y nos daba miedo que se nos tirara por encima de los barrotes.
  • Ya nunca había escapes nocturnos por lo que no había peligro de tener que cambiar la ropa de cama completa cada dos por tres.
  • Podíamos quitar cuna y cambiador y usar la cama para cuando hubiera que darle crema y demás. Con eso había más espacio en la habitación para jugar.
  • Podíamos aprovechar las rebajas y que todo nos saliera más barato.
  • No acumulábamos cambios para Septiembre y lo hacíamos tranquilamente estando todavía de vacaciones.

Así que en Agosto hicimos todas las compras. El somier en Bedland aprovechando una oferta, con arcón debajo para ganar espacio para guardar cosas. El colchón en el Hipercor, aprovechando otra oferta, de muelles con una capa de viscoelástica por encima, que le dure unos años, no compramos infantil. La ropa de cama, la alfombra y las cortinas nuevas y la colcha, por Internet. Infantil y dulce pero no lleno de personajes de dibujos animados....

Muy importante: todo consensuado con Mario, fue parte del proceso, ayudó a elegirlo todo y le hizo mucha ilusión. El primer día decidimos probar y no ponerle nada. Le dejamos el colchón de la cuna por si acaso se caía (hacía calor y dormía encima de la cama, así que no había nada que le sujetara) y unos cuantos cojines. Esa noche, como todas las de la primera semana, se cayó al suelo. Unas veces seguía durmiendo en el suelo, otras nos llamaba para que le subiéramos, otras lloraba del susto.

Cuando nos estábamos planteando poner una barrera o algo (yo me sentía una madre desnaturalizada por dejar que se cayera esas noches), pasó la primera semana y dejó de caerse. Y hasta hoy. La cama es desde el principio uno de sus lugares favoritos de la casa, un sitio para nuestros juegos especiales, para leer y para hablar. Cuando hemos salido a dormir fuera, tener su propia cama en la habitación del hotel le encanta.

Y el usarla cambió nuestra rutina de por las noches. Desde que duerme en ella, o su padre o no nos acostamos con él unos minutos para cantar, leerle un cuento o charlar un poco. Además, no sé muy bien por qué motivo, misteriosamente en la cama si que aguanta arropado, algo que en la cuna era imposible. Y el miedo a la oscuridad ni le empeoró ni le mejoró, sigue durmiendo con una lamparita tenue encendida en el pasillo.

Para aquellos a los que le preocupa la "libertad" que la cama da, a Mario no se le ocurrió que podía bajar él solo de la cama sin llamarnos hasta ese verano, es decir, hasta casi un año después de dormir en ella... Eso sí, apareció en nuestro cuarto por la mañana y nos dio un susto de muerte. Pero sólo lo hace para levantarse por las mañanas, cuando quiere algo por la noche o necesita ir al baño, como está medio dormido, nos sigue avisando.

Y poco más que contar, es otro cambio por el que todo el mundo suele preguntarme, pero como con todos los demás, pensando un poco las cosas, con naturalidad y contando con el peque, no hay ningún problema!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas relacionadas