jueves, 26 de septiembre de 2013

Sin traducción simultánea

Mario lleva más o menos un año hablando. Hasta hace bien poco, siempre tenía que "traducir" para los demás lo que decía, porque no construía frases largas, ni pronunciaba las palabras demasiado bien, ni hablaba a un volumen lo suficientemente alto como para que le escucharan sin agacharse (también normal...). De momento optamos por no corregirle y por, simplemente, dejar que se expresara cuando quisiera y como quisiera. Si necesitaba ayuda para comunicarse, yo le echaba un cable.

Pero este verano ha dado un paso de gigante, y de repente le encuentro hablando con cualquiera sin necesidad de traducción, repitiendo palabras y expresiones complicadas a la perfección y construyendo frases completas, con sujeto, verbo y predicado. El otro día me sorprendí corrigiéndole un ponido por puesto, porque cada vez habla con más corrección. Y coloca las expresiones, adverbios y adjetivos cuando debe.

Me hace mucha gracia cuando está jugando con los amigos y les dice "vamos chicos", para darles instrucciones de lo que tienen que hacer. Algunos errores se los estamos dejando, me encanta cuando me dice "sssh, mamá, escucha la pacana" (en lugar de la campana). Pero son muy pocos, cada vez nos cuenta más cosas y le entendemos todo sin necesidad de saber el contexto (está genial, porque nos enteramos de lo que hace en el cole, por ejemplo). Y nos puede explicar lo que le pasa o razonar con nosotros. Ya es una personita.

En la foto lo que hace un par de meses era una "topaya lafula" (misterios de la vida, una moto al principio era una mañá), pero que ya es una cuchara azul (a no ser que le guste mucho, que entonces se entusiasma y sigue siendo lafula). O cucharasssh, porque lleva una semana que habla con la s....

P.D. Problema: ha escuchado algún taco, creo que no en casa porque tenemos mucho cuidado, pero bueno,lo ha aprendido y lo ha repetido, y en el momento justo. Como había entendido jolé, se lo hemos cambiado por olé, guay, mola.. Pero no sé cuánto nos durarán estos trucos.

lunes, 23 de septiembre de 2013

El triciclo

Este es uno de los aprendizajes que nos llevamos de este verano. Hace ya unos meses que Mario tiene un triciclo, de plástico, bastante ligero y de colores alegres. El lo llama bicicleta y le encanta, sobre todo porque tiene un cesto delante y otro detrás y puede llevar sus cosas (le pasaba con el coche, le encantaba llevar cosas dentro del espacio que había debajo del asiento).

De vez en cuando lo cogía por el pasillo e intentaba pedalear, pero como le paso al principio con el "coche", como no le salía bien (otra vez sabía ir hacia atrás pero no hacia delante), lo dejaba rápido, así que lo usaba para cualquier cosa menos para montar en él.

A finales de Agosto vimos que ya casi daba la vuelta entera con los pedales, y que aunque seguía moviendo las caderas para avanzar, estaba a punto de aprender. Así que un día que hizo fresquito, le bajamos a la urbanización, y en cinco minutos estaba pedaleando y bajando las cuestas a toda velocidad.

Ahora va a todas partes con el triciclo, en casa y fuera de casa, y le encanta transportar cosas en sus cestas. Truco: cuando salimos por la calle le enganchamos una cuerda por delante para ayudarle a subir las cuestas sin tener que agacharnos todo el rato y para no tener que preocuparnos por los cruces, etc. En cuanto llegamos a lugar seguro le soltamos, pero es muy cómodo.

Estos días ha cogido en la urbanización la bici con ruedines de un amigo y en nada se ha hecho con ella, así que ahora le emocionan más las "bicis grandes". Probablemente tiremos con el triciclo hasta las Navidades, y le pidamos una bici sencillita a los Reyes....

En la foto un triciclo muy parecido al suyo, aunque sin la cesta de delante que tanto le gusta...


miércoles, 18 de septiembre de 2013

Adiós al orinal

Coincidiendo con el principio de curso Mario ha dado otro pasito más ¡por fin ha decidido que no usa más el orinal!

La verdad es que no ha sido cosa nuestra, sino que como suele ocurrir, ha sido cuando él ha querido. Después de viajar todo el verano con el orinal a cuestas para que no tuviera problemas de estreñimiento (hasta ese punto le llegaba el pánico al inodoro....), el otro día le dio un apretón fuera de casa. En concreto en el estudio en el que hago pilates, que mis chicos vinieron a buscarme y tuvo que pasar allí al baño. Como no le quedó más remedio y además, se quería hacer el importante delante de mi profe, con la que hace muy buenas migas, allí que lo hizo. Y nosotros ojipláticos, claro, como de toda la vida cuando en el último intento parecía que un monstruo iba a salir por el agujero a comerle el culete, porque vamos, nos ha montado siempre unas escenas.

Al llegar a casa escondimos el orinal, de manera que cuando pidió pis, al váter. Esto no tenía mérito, porque el pis lo hace de pie, y de cara no le da miedo, lo hace subido en un escalón y ya hace tiempo que esto está superado. Pero las siguientes cacas ya han sido todas como los mayores, como si nada. Aunque en el cole lo dijimos y la profe nos ha comentado que allí pide orinal, así que a lo mejor el monstruo que había en el baño de casa se ha mudado allí.... o la profe le da menos confianza, porque la verdad es que sienta sin problemas con su escalón pero se agarra bien fuerte. Poco a poco, el caso es que un trasto menos.

En la foto el escalón de Ikea que usamos para el váter y el lavabo, primero fue la versión alta, y ahora esta más bajita que ya le sirve.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Primeras veces


Notamos a Mario muy mayor, y la verdad es que si lo pensamos bien, probablemente en pocos momentos de su vida va a tener tantas primeras veces como ha tenido este verano.

Las primeras veces en la playa, en las piedras cogiendo cangrejos, haciendo rutas por el campo y viendo todo tipo de animales al natural, los primeros largos en la piscina (con manguitos pero muy desinflados), el primer baño en un río, la primera pandilla de verano, los primeros helados, las primeras veces cocinando, las primeras veces montando en triciclo, la primera película de dibujos animados entera (Blancanieves y los siete enanitos, un clásico), las primeras conversaciones con sentido, la primera colección de cromos, las primeras obras de arte con plastilina y temperas, las primeras noches en una cama. ¿Cómo no le vamos a notar cambiado?

sábado, 14 de septiembre de 2013

Adaptación automática

Este año nos temíamos un poco la vuelta al cole después del verano tan estupendo que hemos pasado todos juntos. Como Mario empezaba un lunes, el sábado empezamos a hablarle de la vuelta a las clases, de sus amigos, de sus profes, etc. No queríamos anticipárselo mucho porque todavía no tiene noción del tiempo, pero tampoco nos pareció bien hacerlo a traición, así que dos días parecía un término medio.

Preparamos la mochila juntos, el uniforme, etc; y sólo hubo un momento de crisis el domingo por la tarde, que no quería subir de la piscina y lloraba desconsoladamente. Pero comprendimos que era porque pensaba que al empezar el cole, se acababa la piscina y la gente a la que hemos estado viendo todo el verano. Una vez que le explicamos que empezaba el cole, pero que no se acababa lo demás, se tranquilizó.

Y desde el primer día, todo ha ido sobre ruedas. Es el último año de guardería, así que ahora es de los mayores. Sigue con sus compañeros de estos años, la profe que le ha tocado le encanta, está comiendo bien, no duerme la siesta con los demás pero ese rato lo aprovecha para charlar con todo el mundo y para jugar por su cuenta, mientras dure el buen tiempo siguen saliendo al parque todos los días, se ha adaptado rápido a los horarios porque no los habíamos cambiado mucho en verano. Y está encantado, un poquito cansado (por las tardes en casa intenta recuperar todo el tiempo perdido y hacer lo que en verano hacíamos en un día entero....) pero feliz e ilusionado. Eso sí, igual que el curso pasado, el cambio de comida a casera a comida de cole le ha supuesto unos días de gases, dolor de tripa y cacas raras. Ha sido lo único en lo que hemos notado realmente un proceso de adaptación.

De hecho la semana pasado se puso malo (primera laringitis del curso, ha sido una semana exacta de cole y vuelta a lo mismo, menos mal que habíamos empezado con la homeopatía unas semanas antes y ha sido muy leve) y los dos días que no pudo ir refunfuñaba. Así da gusto, es bonita la sensación de todo el curso por delante una vez que estamos tranquilos.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Se acabó lo bueno

Hoy volvemos Mario y yo a la rutina, padreprimerizo ya empezó a trabajar hace casi dos semanas, pero nosotros empezamos hoy otra vez. No me apetece nada. Ha sido un verano precioso, con playa, montaña y piscina en casita. Nos hemos organizado bien y Mario ha podido descansar casi dos meses de guardería. Nosotros hemos tenido un verano de trabajo tranquilo así que lo hemos llevado bien.

Hemos pasado mucho tiempo los tres juntos, hemos caminado, nadado, jugado, bailado, cocinado, reído, dormido y hablado mucho, mucho, mucho. Y se ha hecho corto. Deseando que llegue el próximo, pero mejor no lo pienso, que entonces hago que corra el tiempo y se me pasa el curso demasiado rápido.

Ahora, a empezar con buen pie y a disfrutar de los últimos días de piscina y de luz. Luego, el otoño.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Cuadernos de verano

Al final hemos conseguido que Mario esté en casa casi dos meses este verano, y me parecía mucho tiempo "sin hacer nada de provecho", así que le compramos dos cuadernos de actividades para las vacaciones, los dos de Peppa Pig, uno para dos años y otro para tres años. La verdad es que se parecen mucho todos, pero me pareció que le iba a hacer gracia el tipo de dibujos que tenía. Por cierto, el otro día la vimos por la tele y Mario flipó porque nunca había visto los dibujos animados, así que le pareció magia.


Los días que estábamos los dos en casa y que no había ningún plan, nos poníamos un rato después de hacer la casa y la comida, y antes de bajar a la piscina. El de dos años lo hicimos en Julio entero, el de tres años en Agosto dejando alguna cosilla que todavía no puede hacer (como recortar o dibujar cosas desde cero). Otros días hemos ido por libre, pero ayuda tener propuestas y no tener que imaginar cosas nuevas cada día.

La verdad es que lo hemos pasado muy bien, aprovechando para contar historias con la actividad de cada página y para aprender cosas nuevas. Por ejemplo, hemos aprendido arriba-abajo, dentro-fuera, abierto-cerrado (y no sé si cerca-lejos, porque con esto yo creo que me toma el pelo...). También hemos mejorado coloreando, hemos aprendido a unir puntos y a hacer líneas más-o-menos-rectas, somos unos máquinas pegando pegatinas de todos los tipos y parece que nos hemos motivado con las formas y los números, que hasta el momento no nos interesaban nada de nada.

Mario me ha pedido Pepa cada día que hemos estado en casa (de hecho me propuse sólo hacerlo los días que lo pidiera, porque si no es imposible) y con esos pocos minutos cada día, he notado que ha aprendido cositas disfrutando, así que probablemente el verano que viene repitamos. 
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